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Opinión

Papa Francisco en Canadá: “mi visita es una peregrinación penitencial”

Los Valles del Tuy, 27/7/2022 Su Santidad el Papa Francisco inició el domingo 24 de junio del 2022 una visita a Canadá en medio de serios problemas de salud, dicha visita que el Pontífice ha catalogado según sus propias palabras como "una peregrinación penitencial", cuyo fin es ofrecer disculpas a los indígenas canadienses por los abusos que sufrieron en los internados que el gobierno de Canadá de ese entonces abrió para “desculturizar” a los aborígenes y que regentaban diversas iglesias entre ellas evangélicas, protestantes y católicas.


Según palabras del pontífice durante su vuelo desde el aeropuerto romano hasta Canadá, la visita “es una peregrinación penitencial que hacemos con el espíritu”, y se considera un paso importante para darle solución al escándalo de abusos a niños por parte del clero y las décadas de encubrimiento.

Es importante destacar que las llamadas “escuelas residenciales” fueron un proyecto del gobierno de Canadá entre 1890 y 1996 que buscaba “civilizar a los salvajes” y “matar al indio interior” en cada niño indígena que era removido de su familia y sometido por años a separación de sus seres queridos, implantación de costumbres blancas, idioma y educación. Dichas escuelas fueron encargadas a instituciones de la Iglesia Católica, Protestante y Evangélica, entre otras.


A mediados del 2021 la verdad sobre uno de los capítulos más oscuros de la historia nacional explotó ante la sorprendida sociedad canadiense, con toda su crudeza y horror. Tumbas sin identificar con los cuerpos de casi mil niños fueron encontradas en los predios de antiguas “escuelas residenciales”, que durante un siglo buscaron asimilar por la fuerza a menores indígenas en la cultura blanca. De repente, las portadas de los diarios locales e internacionales se llenaron de lo que para las comunidades nativas es, desde hace mucho tiempo, un gran secreto a voces.


Según estimaciones de algunos expertos entre 1863 y 1996, más de 150.000 niños aborígenes fueron separados de sus familias e internados en las más de 130 escuelas residenciales. En ellas, los abusos estaban a la orden del día. Los menores vivían en condiciones de hacinamiento, expuestos a enfermedades y con pocas medidas de higiene. Además, eran obligados a trabajar, se les prohibía hablar en su idioma y, con frecuencia, experimentaban todo tipo de violencia por parte de las autoridades, sea física, psicológica e incluso sexual.


Aunque algunos lograron sobrevivir o huyeron de las instalaciones, muchos otros murieron en soledad, principalmente a causa de enfermedades y malnutrición. En ocasiones, las familias no volvían a saber de sus hijos, una vez que el Estado los arrebataba de su comunidad. Con frecuencia, quienes fallecían eran enterrados en las mismas escuelas porque resultaba “muy costoso” enviar el cuerpo de regreso a su hogar. Toda una película de terror.


La educación en esos centros era deficiente, al punto que un joven indígena de 18 años al salir (si lograba salir) de alguna de estas residencias tenía una educación comparada a la de un niño blanco de 5to grado. En pocas palabras, el fin de estos centros era obtener mano de obra gratis y, de paso, infantil, para realizar los trabajos que a los blancos les daba “asco” como la agricultura, la ganadería o la construcción.


A pesar de la sorpresa que ha generado toda esta información, ya el Estado canadiense estaba al tanto de la situación y desde hace mucho. En el 2008 el gobierno creo una “comisión para la verdad y la reconciliación” que buscaba investigar todo lo relacionado con este escándalo, dicha comisión determinó que los resultados eran comparables a un “Genocidio Cultural” contra la población indígena. Como parte de ese informe el gobierno de Canadá ofreció disculpas en el 2017.


Ahora, la presencia del Papa Francisco reviste importancia cardinal, puesto que va con la disposición de hacer un mea culpa en nombre de la Iglesia Católica, para pedir perdón a los pueblos originarios por todo el daño ocasionado a los niños indígenas y a sus familias.


Ya la Iglesia Católica en el pasado remoto y reciente ha hecho este tipo de acciones de perdón y disculpas con comunidades y grupos humanos como el pueblo Judío, los indígenas americanos, los Sefarditas, los pueblos Árabes, entre otros.


También es importante que, en este círculo de perdón y reconciliación que ha abierto la Iglesia Católica en la figura de su máximo Pontífice, también entren en juego las otras confesiones religiosas que regentaron estas “casas de horror” como los Protestantes y Evangélicos y, el propio gobierno canadiense que tiene la mayor parte de culpa en esta pesadilla, para que la herida pueda empezar a sanar desde la verdad.


Como tuiteó el Papa Francisco el 24 de julio: “Vengo entre ustedes para reunirme con los pueblos autóctonos. Espero que, con la gracia de Dios, mi peregrinación penitencial pueda contribuir al camino de reconciliación ya iniciado. Por favor, acompáñenme con la oración".


Lo cierto es que la tarea por delante es larga y difícil. Muchos canadienses deberán involucrarse en conversaciones incómodas sobre la historia del país y la verdadera identidad nacional, que con seguridad entrarán en contradicción con las versiones oficiales. El proceso, sin embargo, es necesario y esencial si lo que se busca es avanzar hacia la reconciliación y la sanación de heridas que permanecieron abiertas durante demasiado tiempo.


Dios nos guarde, a todos en salud y bien queridos lectores


Nicolás Castro, Miguel Palacios

ndcd2406@gmail.com, shjmiguelacios78@hotmail.com

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