De allí que, corre con mucha fuerza por los pasillos del oficialismo la solicitud de unas Elecciones Generales, las cuales brindarían a Maduro la oportunidad de tener un ejército de activistas aspirantes a los diversos cargos de elección popular, buscándole los votos y su acomodo; pero, activos en la calle con un solo discurso, una sola estrategia, y un solo aspirante a la presidencia.

Esta opción, por mera costumbre oficialista activaría el aberrante ventajismo, comenzarían los escarceos por la solicitud de transparencia en el CNE, la injerencia de los cuerpos de seguridad, incluyendo a las Fuerzas Armadas en las cuestiones electorales; y por si fuera poco, el peso del Estado en todas sus instancias con el control social (Bolsas Clap, Bonos, ofertas electorales engañosas, etc). La misma dosis de hace 20 años.

Mientras que la oposición venezolana, habiendo abandonado el inútil y prolongado mantra de “cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres" decantó las dos primeras para quedarse con la tercera, pero, tenuemente. Todo inútil.

Sin embargo, mantener la exigencia de elecciones libres, a juicio de quien escribe, debe ser complementada con la pretensión que el mismo Nicolás Maduro, tienen en ciernes: ir a unas Elecciones Generales. Es decir, montarse en el mismo discurso y arengar al pueblo sobre la base del 70% de rechazo que exhibe el régimen.

Claro está, necesario es buscar un segundo aliento en torno a la anhelada UNIDAD política electoral entre los factores que adversan al régimen, saltar las barreras del revanchismo, reconocer los liderazgos genuinos; y propiciar las elecciones primarias para todos los cargos de elección popular, en todas las instancias. No será fácil, pero tampoco imposible.

En este escenario de las Elecciones Generales, así como hay diversas lecturas también pueden saltar muchas interrogantes de parte y parte.

¿Estará el régimen en disposición de demostrar algún ápice de democracia para promover unas elecciones competitivas, sin las bochornosas inhabilitaciones de candidatos de la oposición, devolver los símbolos y la autonomía a la dirigencia natural de los partidos, decantar el registro electoral y propiciar el voto en la población diáspora?

Así mismo, ¿Habrá disposición en el seno de la oposición venezolana para convivir entre los pares, apagar el ventilador de la discordia e ignorar la mirada por el retrovisor? Está por verse.

Rafael González

rafagonrg@gmail.com