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Santa Teresa del Tuy

Los cementerios del pueblo

Viernes, 16/5/2025


El cementerio o necrópolis (ciudad de los muertos) cuyo origen viene del Imperio romano, es donde reposan los restos de los seres humanos, difuntos. La primera necrópolis fue construida en El Vaticano, Italia.


La influencia imperial se trasladó a las provincias conquistadas, incluyendo el territorio español, que luego trasladaría la costumbre de enterrar a los muertos bajo la influencia de la Iglesia católica, a las tierras conquistadas o colonizadas.


Antes de la conquista española, los aborígenes que ocupaban el territorio bañado por el mar Caribe, que luego sería Venezuela, tenían la costumbre de quemar a los muertos debido a que desconocían el culto de enterrar a sus difuntos.

La transculturización introdujo el término "cementerio" cuando los españoles recogían a los muertos en las batallas contra los aborígenes, para enterrarlos; mientras que los nuestros dejaban que los guerreros caídos, convertidos en cadáveres, fuesen presa de los animales salvajes, o se los comía la tierra; dejando el rito de la cremación de los cuerpos para los indios de mayor autoridad, llamados caciques.


Con el tiempo, como todas las influencias que cambiaron el mundo de los aborígenes de esta parte del mundo, se fue adquiriendo la costumbre del entierro de los difuntos en lugares predeterminados. Surge el espacio del cementerio, acompañado del término "exequias" por la influencia de la Iglesia católica.


Para la época de la colonia, cuando existían los criollos mantuanos quienes eran propietarios de grandes haciendas, los muertos eran enterrados en espacios planos de sus haciendas, muy cercanos a sus casas, con el propósito de tener la oportunidad de visitar el lugar para rezar a sus difuntos.


El territorio que hoy ocupa Santa Teresa del Tuy, conformado por haciendas de propósitos agrícolas tal vez heredadas por traspasos de quienes lucharon en las guerras y montoneras de los siglos XVIII y XIX; devenida con el tiempo a ser un pueblo rural, siempre estuvo familiarizada con esta práctica.


La tradición oral nos da cuenta de un descubrimiento de osamentas en grandes cantidades, por las inmediaciones de lo que es hoy el sector Altamira, lo cual pudiera ser soporte para pensar en un sitio que existió para enterrar a los muertos. Muy cerca de este lugar todavía existe sembrada una cruz, la Cruz del Calvario de la población; donde está el Centro de Diagnóstico Integral (CDI), la cual fue trasladada hacia la parte más alta de la urbanización, frente al tanque de agua.


Según el catálogo del Instituto del Patrimonio Cultural de Venezuela (IPC), adscrito al Ministerio de la Cultura, el Cementerio Municipal de Santa Teresa, ubicado en la calle Independencia, fue designado como patrimonio cultural tangible/mueble y data su fundación del año 1820.


Por la misma tradición oral, este camposanto comienza a recibir difuntos sin contar con la infraestructura adecuada; no había paredes perimetrales ni fachada, por lo que la faena de los entierros se hacía en forma indiscriminada y un poco anarquizada. Debido a que el sitio era afectado por la quebrada El Habanero, se presentaban dificultades para llegar al terreno propiamente dicho, por lo que algunos entierros se hacían antes de la quebrada, de allí que durante las construcciones de las viviendas ubicadas antes de llegar a la actual fachada se encontraron restos de huesos humanos.


Progresivamente se fue poniendo orden en el camposanto, se asignaron las veredas que hoy exhibe, delimitando la superficie real del terreno. Se construyó la cerca perimetral de tela metálica, que después fue sustituida por la pared de bloques.


Llegó un momento, a comienzos de la década de 1980 que el cementerio municipal tereseño colapsó, no cabía un cadáver más, hasta el punto que un parque de bolsillo construido bajo el programa de la Fundación del Niño, fue demolido para obtener más espacios para los difuntos. Además, surgieron dos opciones en la cámara municipal: utilizar las tumbas aéreas, es decir sobre la superficie del terreno; o, no permitir más entierros y promover la construcción de otro cementerio.


A partir de entonces se permitieron los entierros superficiales y comenzó la construcción de otro cementerio municipal en los terrenos del barrio La Fundación, en terrenos de lo que sería el Parque Metropolitano, cuyo proyecto fue abandonado.


Por otra parte, para solventar el problema de quienes no querían enterrar a sus muertos en aquella inhóspita zona, la municipalidad otorgó el permiso a inversionistas privados para la construcción de un moderno cementerio en el sector Tomuso, el cual fue llamado Campo de Paz.


Hoy día los tereseños cuentan con tres opciones para dar sepultura a sus deudos, teniendo además dónde encontrarse cada 2 de noviembre cuando se conmemora el Día de los Muertos, contando con el apoyo de un personal técnico que atiende las necesidades de los familiares, para dar sepultura a sus deudos.


El principal cementerio del municipio, el cual tenía por mucho tiempo como enterrador al señor José Cañongo, luego suplantado por su hijo, Joseito Cañongo; alberga los restos de personas muy importantes para la vida de los tereseños, exhibiendo construcciones modernas de mampostería, con techos y barandas metálicas, que por cierto, han sido objeto de vandalismo.


Entre los panteones de connotación especial podemos mencionar el mausoleo de la familia Delgado Sosa, el cual está identificado por la imagen de "La Piedad" del arquitecto Miguel Angel Bounaroti (1498 ó 1499) con 12 puestos. Como dato curioso, solo ha sido usado para enterrar a los padres de Don Vicente Delgado, incorporando después al "catire" empleado de esta familia.


Otro panteón emblemático de este cementerio, como otros, es el del conocido curandero del pueblo "Andrés Barrios" el cual es visitado por mucha gente para ofrendar una colorida cinta o un recuerdo determinado, por los favores recibidos. Pero, todavía se consiguen cruces y panteones elaborados por el artesano del pueblo, Federico Bello Klie, cuyo nombre fue asignado como epónimo de una importante institución cultural del municipio.


Si alguna coincidencia se puede resaltar entre los visitantes actuales de este cementerio, es que requiere de mejor atención por parte de la municipalidad.


Rafael González

rafagonrg@gmail.com

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