Muchas luchas se han librado en cuanto a los dos primeros, sin que todavía haya respuesta definitiva para “vivir mejor”. Todo se ha quedado en clichés u ofertas electorales que caminan en una correa sin fin, la cual conduce a la nada. Los derechos del hombre y los deberes del Estado se contraponen con resultados deplorables.

Mientras que para los derechos a disfrutar del medio ambiente, sobre todo en cuanto al aseo, ornato y embellecimiento de la ciudad, la situación es peor. No sólo porque el estamento gubernamental no haya sabido ocuparse del problema, como se ha visto; es también que el mismo ciudadano no ha sabido reclamar, con vehemencia, este derecho; y más aún, está inmerso en el origen del problema. Tal vez con cierta culpabilidad.

Es así como vemos en la ciudad de Santa Teresa del Tuy, no solamente que la recolección de los desechos sólidos y su disposición final sean insuficientes; o que las paredes y rejas de las instituciones oficiales tengan aspecto denigrante, donde el moho, el sucio y la corrosión predominan; como también lucen los parques, plazas y jardines de la metrópolis… abandonados.

¡No! No sólo es eso. Es que la ciudad se nos está desmoronando; y lo que es peor, amenaza con caernos encima.

Ejemplos huelgan, pero, podemos señalar casas, en el casco del pueblo, que muestran el cuadro dantesco de la obra de Miguel Otero Silva “Casas muertas” cuyos vetustos techos y paredes están destruidos, están por caer.

Como también se observa la losa que cubre la quebrada El Habanero, a nivel de la calle El Carmen; así mismo, en toda la estructura de lo que fue la estación del ferrocarril por los lados del sector La Estación. El deplorable estado en que se encuentra el Puente Viejo, el cual bien convertirse en un parque peatonal, de uso histórico, pedagógico y recreacional. Por mencionar algunos.

Con el arrebato de este derecho al ciudadano de disfrutar de un mejor medio ambiente, tal vez no vaya en juego la vida o la salud del individuo, tampoco su educación; pero, cierto es que se siente la inoperancia oficialista de promover, con voluntad política, una campaña de incentivo colectivo para mejorar las fachadas de las viviendas que amenazan el derecho ciudadano, que, aunque nació en Grecia, parece querer morir en Venezuela.

Rafael González

rafagonrg@gmail.com