José Gregorio Hernández: El final de su vida

En esta oportunidad estimados y apreciados lectores, daremos una visión general a los últimos momentos de existencia terrenal del hoy Beato José Gregorio Hernández Cisneros, una existencia cargada de fe, espiritualidad y amor de Dios, de entrega y abnegación hacia sus pacientes y colegas, de profundo respeto hacia el prójimo, educador dedicado y apreciado por sus pupilos.

Nuestro querido médico y educador ejemplar murió a los cincuenta y cinco años arrollado por un automóvil, el 29 de junio 1919, en Caracas en la zona de La Pastora, entre las esquinas de Amadores y Urapal, era domingo, día de obligación para todo católico de ir a Misa, José Gregorio se levantó como todos los días a las cinco de la mañana y después de bañarse y rezar el Ángelus, salió de su casa ubicada en el número tres entre las esquinas de San Andrés y Desbarrancado y se dirigió a la Iglesia de la Divina Pastora para participar en la Misa y de allí salió a visitar a algunos enfermos de la parroquia y a sus pacientes.

Cuando era ya mediodía regresó para almorzar y descansar, cuando le avisaron que una señora anciana estaba muy grave, José Gregorio tomó su sombrero y partió enseguida a verla en su casa que quedaba entre las esquinas de Amadores y Cardones. Después de examinarla y diagnosticarla salió hasta la farmacia Amadores, pues era la que le quedaba más cerca, para comprarle las medicinas necesarias para darle, pues la señora era muy pobre.

Existe una anécdota muy interesante ligada a la muerte del Dr. Hernández, y es el hecho que ese día 19 de junio de 1919, José Gregorio se encontró con un conocido que lo notó muy contento y le preguntó: ¿Por qué tan contento José Gregorio? Y este le respondió “No te has enterado que hoy se firmó la paz, y nuestro Dios escuchó mis ruegos y aceptó mi ofrenda de que daba mi vida si terminaba la Guerra, así pues, mi final está próximo”.

Entre las esquinas de Amadores y Urapal se encontraba estacionado un tranvía; en el momento en que salía José Gregorio de la farmacia con las medicinas, otro tranvía subía desde la esquina del Guanábano hacia Amadores, José Gregorio fue a cruzar la calle por delante del tranvía que se encontraba detenido, sin percatarse de que un automóvil se aceraba en esa dirección, sorprendido por la aparición inesperada del transeúnte el chofer no pudo detener a tiempo el vehículo que conducía a 30 Km por hora y nuestro Beato recibió el fuerte impacto que lo lanzó por el aire contra un poste telefónico; golpeándose en su caída con el filo de la acera.

Este golpe, de acuerdo con el informe forense, le ocasionó la muerte pocos minutos más tarde, pues le fracturó la base del cráneo y le provocó una hemorragia interna. Sus últimas palabras fueron: “¡Virgen Santísima...!”


Con información de: María García de Fleury - Un Venezolano Ejemplar José G. Hernández.


Nicolás Castro