Este concepto perduró hasta finales del siglo XX. Si bien es cierto, que la clase política fue invadiendo los espacios del magisterio venezolano para promover elecciones gremiales, a través de las organizaciones partidistas; como también se hicieron elecciones estudiantiles para escoger la directiva de los Centros de Estudiantes, con ciertos ribetes ideológicos, nunca se profanó el recinto escolar con la presencia visible de los símbolos y colores de los partidos políticos. Había respeto hacia la institución.

Ahora no. Las instituciones oficiales, especialmente la Escuela, están siendo utilizadas con el más vil descaro con intereses partidistas, que raya con la ignorancia de lo que es la política; o, debemos suponer que existe toda una intencionalidad mal sana de desvirtuar todo lo implementado por nuestro sistema democrático, que tanto nos costó.

Es como si toda una generación de principios del siglo XXI desconociera las limitaciones entre las actividades político-partidistas y el uso adecuado de las instituciones del Estado.

Es así como vemos con mucha frecuencia el uso de la plaza Simón Bolívar con banderas y símbolos de cualquier partido político sin el menor recato de respeto a la imagen de nuestro Libertador; igual ocurre en el recinto de la Cámara Municipal, de donde deben salir las leyes que rigen la ciudad.

Pero, con mayor contundencia, vemos como se rompe la majestad de la escuela; dándole uso inapropiado. Como fue el caso de la instalación de un encuentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) que reunió a los dirigentes de todos Los Valles del Tuy en la Unidad Educativa Ezequiel Zamora de Santa Teresa del Tuy, donde lo que sobresalía del evento era una gigantografía con los símbolos del partido oficialista.

No es la intención de estas líneas desmenuzar los contenidos que allí se trataron, ni siquiera contabilizar la asistencia de los seguidores del régimen. Pero, no podemos pasar desapercibido el mensaje subliminal de los organizadores del evento en un icónico recinto escolar, queriendo romper con el status quo y reforzando la idea de hacer lo que les venga en gana y donde quieran; violentando leyes establecidas y costumbres de una sociedad decente y respetuosa.

Sería inútil hacer llamados de atención a nadie, o señalar culpables con nombres propios; porque sabemos que harían caso omiso. Importante es conocer con quienes estamos tratando, quienes nos gobiernan; y que su tiempo está contado.

Rafael González

rafagonrg@gmail.com