Ya casi al cierre de este difícil año, con un ritmo inflacionario que marca los tres dígitos, aunque disminuido; ha incidido en el devenir de unas expectativas de anunciado crecimiento en lo económico, por cierto hasta por entes foráneos para el cese del presente año, lo cual desde luego han resultado incongruentes. Tocante al vertiginoso aumento de índices de la economía del país: su producto interno bruto, lo que corresponde al aparataje productivo, nivel de exportaciones, etc. Más allá, vale acotar que, comparado al año anterior hubo cierta mejora. Pero, la limitación en cuanto al poder adquisitivo de un grueso de la población (incluso de la nómina del sector privado que como lo estiman estadísticas, generalmente oscila entre los 120 y 360$ al mes), pero es indudable que determina su capacidad de compra, planes de emprendimiento para adquirir mejor estatus y calidad de vida. Recientemente, el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, (Cendas) detalló que el costo de la canasta alimentaria se ubica en unos 493,53 dólares, ¡figúrense!

Inestabilidad política como traba

El año se va y la polarizada sociedad venezolana no se desliga de los rigores de dicha inestabilidad política. Y no se trata de ser analista de lo que es obvio, digamos. Pero, es significativa esta realidad. En lo cronológico, de la más reciente historia contemporánea de Venezuela, sobre todo las últimas dos decadas. Por sobre el hecho de la "suavización" de sanciones impuestas al país desde la administración de Joe Biden, las de mediados de año y los elementos más recientes, como parte del incipiente "idilio reconciliatorio" de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos de Norte América, moldeadas por el convulso y cambiante escenario geo político universal, so pena de un eventual entendimiento y cumplimiento de acuerdos establecidos en Barbados, sobre lo cual "se bate el cobre", avivándose las pasiones, posturas encontradas, como parte ya de este atrasado e improductivo "forcejeo verbal" entre EE UU, prácticamente como pretendiente rector del elemento político global, y la Unión Europea, la cual recientemente se decantó por seguir estableciendo sanciones al gobierno de Nicolás Maduro.

Todo esto se traduce en lo que palmamos en el complejo ámbito Socioeconómico, salario mínimo estático: veinte meses sin que se eleve el monto de éste, en medio de un tan complicado espectro en el que el señor dólar, consecuentemente el mercado cambiario y los esfuerzos del Banco Central de Venezuela, que ésta misma semana agregó un total de 100 millones de dólares adicionales para efectos de procurar mantener a raya el alza en el costo de éste ante el deteriorado Bolívar. Esto, como parte de la política de contención promovida por el Estado. Implica también, la realidad imperante tocante a lo político, económico y social, el hecho que, con dicho salario, (sustentado con bonos que nada inciden en diversos derechos que atañen a lo contractual) derechos constitucionales, un amplio porcentaje de la población, haga estimables "maromas" para subsistir, con todo lo que se dice del incremento de los costos de bienes y servicios, a la par del aumento de la divisa. En consecuencia, la aminorada posibilidad de las masas laborales, emprendedores particulares, todo aquel que forma parte de la denominada economía informal normal, asirse de una medida de orden en cuanto a calidad de vida, ésto es: disponer de los medios para brindar a su núcleo familiar, óptima alimentación, salud, recreación, ropa, etc. Son detalles... Por cierto, en reciente declaración en una entrevista radial, comentaba un docente titulado: "cobro 161 bolivares quincenales, y pago 20 diarios para ir y venir. Luego de la primera semana, ya no me alcanza, siquiera para cubrir los pasajes. No hablemos de comida y medicinas para mí familia". ¡Dramática situación ésta!

Se precisa de la certidumbre que diera origen, motivado por el entendimiento entre factores políticos, a una mejora gradual de la economía venezolana. Esto sería: seguridad, credibilidad institucional para eventuales planes de financiamiento, que permita digamos, la posibilidad que grandes inversionistas de acá y de afuera, dispongan de sus capitales en pro del desarrollo económico de Venezuela. Y es que, citando a los destacados analistas en este campo, detalles como la deteriorada infraestructura y escasa calidad de servicios públicos, requieren realmente de cuantiosas inversiones para ajustarse. Se habla de un futuro crecimiento de 10% de la economía para 2024. Pero, todo pasa por el mejoramiento de las condiciones de esta crisis que corresponde a lo social, económico y político. Y sobre todo esta última, que ineludiblemente determina el curso de la sociedad. Amanecerá y Veremos...

Datos esclarecedores del factor económico del país

Por cierto, y para fortuna de tantos, al parecer no es oficial el hecho que no se permitiría seguir usando Zelle en el país. Algo muy alentador, debido a la vulnerable economía venezolana. Implicaría un alivio, para todo aquel que opte por incursionar en transferencias a amigos, familiares o bien, establecimientos comerciales. Y es que justamente para eso fue concebido tal medio. Realizar transferencias sin costo a personas, de confianza. Pasa que, como explican los expertos en materia de finanzas, los bancos elaboran un seguimiento a transacciones dudosas. El consumo masivo a través de Zelle y eso, implica un gasto para la banca.

Es relevante además, que como anuncio del mundo bursátil y éstos son datos esclarecedores. Más allá, del alto índice de dolarización en Venezuela, la mayor cantidad de pagos se realizan en bolívares. Y como detalle curioso: según data publicada por el Banco Central de Venezuela, digamos las estadísticas de pago suponen un 53% en cuanto al uso de tarjetas de débito. Puntos de venta. Y a través del pago móvil 30%. Son detalles interesantes, a razón de la atípica economía del país. En la que, es llamativo el hecho que los cajeros automáticos casi desaparecen en la actualidad e incluso, diera la impresión que muchas veces, se dispone en el espectro comercial, de más efectivo en divisas que bolívares, como parte de lo que se da en una economía bi monetaria como la nuestra.

Por otra parte, resulta positivo el hecho que, el sector bancario incrementara el límite del uso en Bs. de las tarjetas de crédito. Se ha dado a conocer que hasta 3.500 bs, en el caso de muchos tarjetahabientes (unos 100$). Lo que representa un incentivo a los usuarios. A decir verdad en una economía más robusta sería, prácticamente un chiste. Pero hay que ver, lo que supondría para un hogar, una familia común en Venezuela, un crédito de 100 dólares, para comer adecuadamente ese mes, realizar alguna reparación en la vivienda o para emprender. Detalles... En todo caso, como solían decir los viejos sabiondos del campo: "Amanecerá y Veremos". Protejamos los derechos de niñas, niños y adolescentes.

Alberto Hidalgo

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