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Especial Semana Santa 2025
Martes, 15/4/2025
El Martes Santo se erige como un día trascendental, marcado por la intensa actividad de enseñanza y confrontación que Jesús desplegó en el templo. Con maestría, Jesús empleó parábolas y respuestas directas para desafiar las arraigadas concepciones de los líderes religiosos sobre su identidad y autoridad. Expuso su hipocresía y reafirmó la importancia de la fe verdadera y la obediencia a Dios.
Jesús era plenamente consciente de que su entrada triunfal en Jerusalén sería una de sus últimas visitas a la ciudad. Si bien sus milagros y su poder resonaban entre una gran multitud, su influencia se encontraba en el punto álgido de su ministerio terrenal. Comprendía la gravedad de la situación: el reconocimiento popular de su autoridad exasperaba a los líderes religiosos. También presagiaba la inminente traición, un acto devastador que lo conduciría a la tortura y al dolor. Aun así, ¿Qué decidió hacer en sus últimos días antes de la crucifixión?
Como maestro por excelencia, Jesús impartía sus enseñanzas imbuido de amor. Formuló preguntas incisivas, ofreció respuestas reveladoras y seleccionó cuidadosamente sus palabras para transmitir mensajes de trascendental importancia. Durante este día, enseñó sobre la parábola de los dos hijos, los labradores y la fiesta de bodas. Sobre el pago de impuestos a Roma, declaró: "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".
También habló con los saduceos sobre la resurrección y con los fariseos sobre el gran mandamiento del amor. Con firmeza, advirtió a los líderes judíos sobre las nefastas consecuencias de sus acciones, pronunciando:
"Ustedes son como sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de toda clase de impureza. Por fuera parecen justos, pero por dentro sus corazones están llenos de hipocresía y maldad. No escaparán del juicio del infierno."
Además, compartió la significativa parábola de los talentos (o de los siervos), donde un amo confía sus bienes a sus siervos con la responsabilidad de administrarlos diligentemente. Luego, Jesús salió de la ciudad con sus discípulos y se dirigió al Monte de los Olivos, donde pronunció un discurso sobre la destrucción del templo de Jerusalén, tanto en lo físico como en lo espiritual. Abordó temas escatológicos como el fin de los tiempos, su gloriosa segunda venida y el juicio final, enfatizando la incertidumbre del día y la hora de su retorno. Para reforzar su enseñanza, utilizó la parábola de las diez vírgenes, destacando la importancia de estar preparados para recibir a Dios.
Ese martes también fue el día en que Judas Iscariote negoció con el Sanedrín para traicionar a Jesús. A pesar de la inminente amenaza de muerte y la premura del tiempo, Jesús se mantuvo inquebrantablemente fiel a su misión: pastorear al pueblo que Dios le había encomendado. Incluso en la creciente sombra de la traición, su enseñanza irradiaba fervor, orientando los corazones hacia la infinita generosidad del Padre.
Sigamos su ejemplo. Procuremos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente, y amar al prójimo como a nosotros mismos, pues estos son los mandamientos más importantes.
@adogel
Adolfo Gelder
adogel@gmail.com