Sería temerario asegurar que estas manifestaciones de protestas encierran una agenda oculta orientada a defenestrar la estructura del actual gobierno; aunque surjan voces timoratas al respecto, tal vez desde las teclas, que indiquen que este deseo también va implícito en el furor de la protesta. No lo creo, la lucha es existencial.

Tan es así que en la población de los gremios educacionales, salvo muy contadas excepciones, exponen abiertamente su rechazo a la participación de la dirigencia política, para no contaminar la acción de protesta. Nada más absurdo. Descartar el apoyo de las fuerzas políticas, especialmente en la provincia, coloca en posición minusválida a la protesta, resta musculatura.

De igual manera, así como el ingreso económico al seno familiar de los educadores y empleados públicos es vital para la subsistencia; existen otros componentes que no pueden dejar de estar presentes en la protesta, tales como los principios y valores del hombre; la defensa del patrimonio nacional y su territorio; el fortalecimiento de nuestro sistema democrático; el respeto de los Derechos Humanos, como la Libertad, la dignidad, el libre tránsito y capacidad de asociación; la obtención de los servicios básicos, como salud, educación, electricidad, agua, seguridad, etc. Pero, se torna prominente el cambio de gobierno porque el problema nos afecta a todos los venezolanos, no solamente a educadores y empleados públicos; incluyendo a quienes están afuera del territorio nacional. Sin temor dudas, es la forma de conducir al gobierno, que desde hace rato se apartó de la democracia, aunque lo disfracen. Por ende, el problema es más político que salarial.

Estas, entre otras consignas, harían un gran favor a las manifestaciones de protestas que lideran los educadores; y además permitirán engrosar la musculatura en la calle. A lo cual el gobierno teme, le teme mucho.

Por supuesto, hay que reconocer que, desde la plataforma gremial, históricamente, se ha logrado mucho. Gran parte de las reivindicaciones salariales que tenemos hasta ahora se deben a las luchas sindicales. Pero, también es innegable que la lucha política, encabezada por líderes políticos, ha dejado sus frutos; lo cual no viene al caso recordarlas para no caer en diatribas que no conducen a nada.

Un merecido reconocimiento es digno mencionar, para quienes, ejerciendo sus funciones como gremialistas de la educación y empleados públicos, han sabido sobre llevar la carga desde las respectivas organizaciones políticas a las cual pertenecen; destacando en la movilización de sus huestes al servicio de la lucha orientada a la consecución de las anheladas reivindicaciones, y que permitirán la subsistencia. Pero, no cuesta nada agregar en la agenda la lucha por la Patria.

Rafael González

rafagonrg@gmail.com