En un ejercicio mental que nos atreviéramos a hacer, por unos minutos, de cómo está deteriorada nuestra calidad de vida, no faltarían los reproches. Si en este mismo ejercicio buscáramos cualquier tema de la vida cotidiana del venezolano; en cualquiera de ellos encontraríamos motivos para protestar; aunque sea pacíficamente.

Con seguridad, la lista del reclamo sería extensa; pero seguro prevalecerán el atropello del sueldo de los empleados públicos, en todos sus niveles, ocupaciones u oficios; especialmente los educadores. Así como también la ineficacia en los servicios públicos, como el agua, la electricidad, salud, transporte, educación, etc.

En este corto tiempo de reflexión, con seguridad, saldría a relucir la calamidad que nos producen los frecuentes apagones, ahora acompañados de “bajones y subidas” del fluido eléctrico; a lo que los técnicos llaman “fluctuaciones”, poniendo en riesgo no solamente todos los artefactos eléctricos de la casa, sino también nuestra tranquilidad y nuestra calidad de vida.

No menos importante sería cuando el pensamiento se vaya al servicio del agua, bien sea para tomar, bañarse o hacer los servicios de mantenimiento del hogar. Seguramente nos llega la interrogante: ¿Por qué tiene que faltar el agua si la tenemos en abundancia?

Así mismo, cuando requerimos del servicio médico asistencial; estando en el hospital o en el CDI, donde escasean los buenos médicos y enfermeras bien entrenadas; pero también faltan los medicamentos; y hasta el buen trato a los pacientes y familiares.

Ni hablar de las troneras en la vialidad; donde es muy frecuente caminar o cruzar el volante para bordearlas porque ya forma parte del paisaje. Como también ocurre con las aceras rotas, destrozadas o cubiertas de maleza.

En fin, el pensamiento entraría en un círculo vicioso, no estaría quieto ni un ápice de tiempo; y nos llevaría forzosamente a pensar: ¿y, por qué no protesto?

La protesta no tiene que ser, obligatoriamente, violenta, no debemos poner en riesgo la integridad física de los demás. No es necesario ofender a nadie con la protesta, sólo se trata de usar un recurso legal que nos otorgan las leyes venezolanas. Es hacer valer nuestro derecho.

Como aquí no hay quien proteste; pues, yo sí protesto.

Rafael González

rafagonrg@gmail.com