La Real Academia española define el fascismo como un “Movimiento político y social de carácter totalitario, que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista”.

También se lo define como una ideología política y cultural fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único.

Todo esto suena como la parafernalia que hemos venido escuchando desde que se instaló en Venezuela el supuesto Socialismo del Siglo XXI, basado en la creación de un Gran Polo Patriótico para unir a la clase política en un solo pensamiento, un solo líder; creando Círculos Bolivarianos para defender a la patria; anteponiendo al Estado por encima del hombre; y por si fuese poco, cercenando el derecho que tenemos los venezolanos de agruparnos y expresar nuestros pensamientos politicos, lo cual ha venido siendo satanizado al extremo, que termina con persecución y cárcel.

La aparición de este bodrio legislativo, con seguridad, tendrá muy ocupada a la cátedra universitaria, a la pléyade de juristas constitucionalistas y afines; quienes, estando en mora con el pueblo, deberían pronunciarse al respecto.

Pero, quienes quedan como “pajarito en grama” con el texto hecho a la medida de los intereses de la clase dominante, es el pueblo de a pie; quienes no entienden cómo es que a una persona que se ha pasado por el filo más de 23 mil millones de dólares del erario nacional, no se le pueda decir ni “ñe”. O que tampoco se pueda decir nada sobre quien haya sido el responsable de los apagones eléctricos en todo el país. En fin, abundan casos como para no quedarse callado.

De allí que los deseos de cambio en el país se ha diseminado tanto en las entrañas del pueblo, que ahora se oyen menos los comentarios de esos delitos que han quedado impunes; la expresión oral está dando un viraje. Ahora de lo que se escucha hablar en las conversaciones cotidianas de la gente es: “Que se vayan, si se quieren llevar lo que se han robado, que se lo lleven; pero, …que se vayan de aquí”.

El pueblo, en su mayoría, no sabe de fascismo, menos de neofascismo; muy poco de indultos o negociaciones diplomáticas. Pero, de lo que sí sabe el pueblo venezolano es de cómo ir a votar para cambiar de gobierno. Ya lo ha hecho en otros tiempos; sin importarle los impactos secundarios.

Rafael González

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