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Leila y su Visión
Viernes, 9/6/2023 El abuso silenciado, es sistemáticamente, social, cultural y legal. Un derecho invisibilizado. Aun con la protección de la mujer, se ha servido de estandarte para maniatar la presencia del hombre que en algunos casos pasa por abusos físicos, psicológicos y económicos. Este se ha perpetuado por muchos años, normalizando estas conductas aberrantes, en una desmejora para el hombre, como ser humano en sus facetas individuales, como padre y como parte de una familia.
Por cultura y por cuestiones sociales de machismo, es muy difícil para un hombre ser escuchado a la hora de pedir ayuda y ser protegidos. Es decir, que no sean vulnerados sus derechos fundamentales.
En algunos casos hasta son víctimas de falsas denuncias que los han llevado a procesos judiciales, donde no ven la luz.
Este tipo de hechos, les puede llevar a ser condenados por el sistema judicial a meses e incluso, años de presidio. Además, quedaran definidos con una marca, que los perseguirá por el resto de sus días, al escrutinio público y sin posibilidad de sus derechos básicos y fundamentales. Por otro lado, a otros les embargan el sueldo, pierden sus trabajos y quedando en estado de indigencia debido a que el sistema, los constriñe creando a víctimas del sistema y privándolos al derecho de ver a sus propios hijos.
En este escenario muchos no aguantan y se suicidan. No es viable para uno que está envuelto en esto y denunciar que es maltratado, por que la Ley prevalece para el bienestar de la mujer, principalmente por ser madre y estas se escudan dejando a un ser totalmente desvalido moralmente para defenderse.
Estas víctimas pueden llegar a ser humilladas a la hora de denunciar, por diferentes grupos sociales, como pueden ser: los mismos funcionarios, compañeros de trabajos, vecinos, amigos e incluso, la propia familia. Es decir, estos no acaban denunciando y acaba generando una cifra negra significativa de deserción de denuncia para no someterse a este escarnio público. Estos prefieren quedar en silencio y someterse al infierno que viven. Además, es preocupante que muchos de ellos, no tienen un hogar de paso, ayuda psicológica, ni mucho menos una defensa.
Cuando un hombre se encuentra en una circunstancia de acoso, violencia psicópata o manipulado por el género femenino, el cual, demuestra su astucia, inteligencia o perspicacia e incluso, todo junto en el peor de los contextos, estos pueden llegar a sufrir un daño silencioso. Pero lo que se ha podido observar, es que estas mujeres victimarias pueden llegar a utilizar la manipulación silenciosa como medio de actuación. Pueden ser capaces de decir que esos hombres violaron a sus propios hijos. Por lo que estaríamos ante mujeres sin ningún tipo de empatía y caracterizadas por una crueldad sin ningún tipo de reparo. En cuanto a la Ley está en su aplicabilidad, es que tiene que ser ecuánime y justa para ambas partes, es decir, es cuestión de cambiar el discurso y escuchar a ambas partes.
Se resume en visibilizar a la víctima y de no silenciar al hombre en este tipo de casos. Este debe ser atendido y escuchado. Desde una perspectiva social, hay que dar el valor y el respeto por lo que sufren, ya que pueden llegar a ser objeto de violaciones, palizas indescriptibles, humillaciones públicas, sin dinero para subsistir y, minimizados los actos que verdaderamente son bochornosos en
realidad, siendo estos, ser victimas sociales y de la justicia. El humano sin distingo de genero tiene derecho a vivir con la justicia a su mano; con le ley que en su justa medida sea igualitaria; el saber que tienen su lugar en la vida e igual en la sociedad.
En definitiva, es lamentable que de algo tan bueno, como el hecho de que las mujeres de hoy tienen leyes, las cuales, condenan a los feminicidas, se esté manipulando. Además, que se esté usando para venganzas propias y se les de voz a psicópatas, sin primero hacer una investigación y basarse en evidencias, pruebas y testimonios como realmente dice nuestra justicia. Esperemos que esto un día
cambie y se deje de ver la violencia como de hombres y mujeres y, se empiece a ver como violencia de seres humanos.
Leila Castillo
abogadoleilacastillo@gmail.com
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