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Rosa y sus Cosas
Domingo, 27/8/2023 Me encantaban aquellas noches de viernes en la que papá descansaba ya de su larga semana de trabajo y era hora de dedicar un rato a la familia. Era la noche de los cuentos, relatos y anécdotas.
Luego de tomar un humeante plato de avena, hecho por mamá, y del cual aún siento ese rico sabor a limón y canela en rama; los hijos nos reuníamos a su alrededor y entonces comenzaban los cuentos. Generalmente, iniciaba mamá, quien tenía muchas historias, pero las que más me gustaban eran las de muertos y fantasmas, para luego tener que ir a dormir acompañada porque me daba miedo hacerlo sola.
Puedo recordar uno que, lejos de darme temor, me ocasionaba risa; se trataba de un amigo de ella que trabajaba como asistente forense en el servicio de patología de un conocido hospital de la capital.
Sucedió que un día, mientras calentaba agua para bañar a una anciana que acababa de fallecer (cuando había agua para hacer esas cosas), y arreglarla para entregar a la familia, cuando volteó para buscar el cadáver, se topó con que la anciana estaba sentada en la camilla y le dijo: "¿Muchacho y es que tú piensas echarme en esa olla de agua caliente como si vas a pelar cochino?”
Lo que nunca supe fue si la señora vivió para echar el cuento o si él fue a cobrar su liquidación, lo que sí es cierto, fue que salió corriendo dando gritos y nunca más quiso hacer ese trabajito,
A este corto relato, siguen muchos otros que tienen que ver con los diferentes aparecidos de los hospitales en Venezuela. Unos documentados y otros transmitidos por generaciones, pero ninguno confirmado como un hecho paranormal.
Contaba que en el hospital de niños en San Bernardino, se aparecía una enfermera a médicos, pacientes y público en general. Las personas concordaban al decir que esta traía puesta una capa azul con capucha, dejándose ver el rostro y un gorro con la Cruz Roja. Según ese era el uniforme de la época en la que se inauguró el hospital J.M. de los Ríos y que se le aparecía a los moribundos en su lecho de muerte y hasta le avisaba a algún médico que había un paciente que requería de su ayuda, luego desaparecía.
Aunque no es la única que se ve en los pasillos o salas del hospital, otros comentan que también salen otras enfermeras y hasta médicos.
Algo parecido sucede en el Hospital Clínico Universitario. Los que pernoctan en dicho recinto, cuentan que al caer la noche y apagarse las luces, comienzan a escucharse ciertos sonidos y hasta se puede sentir la presencia de los que esperan que la luz baje para realizar sus propias atenciones. Es el momento en el que aparece una enfermera.
El hospital José María Vargas en Caracas, también cuenta con su enfermera fantasma, pero ésta se encarga de avisar al paciente donde está el médico cuando el caso es de emergencia.
No sienta miedo si en algún momento asiste a un hospital y se encuentra con alguno de estos espíritus tan serviciales, pues recordando todas estas historias, pensé que cada hospital de este país debería tener una enfermera y un médico fantasma, quizá serían muchos los que no hubieran batido la gorra como quien dice, aunque bueno, los vivos con toda la escasez que existe en los mismos, también se han convertido en verdaderos milagrosos.
“Los espíritus no encarnados o errantes no ocupan una región determinada y circunscrita, sino que están en todas partes, en el espacio y a nuestro lado, viéndonos y codeándose incesantemente con nosotros. Forman una población invisible que se agita a nuestro alrededor.” Allan Kardec
Rosalinda González
rosalinda2507@gmail.com
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