Sea cual sea la edad o etapa de la vida en la que se presente una adicción, siempre corresponderá a una búsqueda inconsciente de amor, autovaloración y la aceptación que en algún momento se tuvo y perdió, o que nunca se llegó a tener, intentando evitar el contacto con la emoción que está detrás del conflicto, mediante una ilusión de satisfacción que va terminar en una dependencia a la sustancia o actividad a la que se es adicto.

Por otra parte, el tipo de sustancia o actividad a la que se es dependiente, así como su intensidad, nos darán información de la naturaleza del conflicto que se está viviendo.

El Alcoholismo lo encontraremos relacionado, frecuentemente, con el deseo de huir de las responsabilidades físicas o afectivas, “por miedo a ser herido otra vez”. Estamos ante la presencia de conflictos con la figura materna y ante la necesidad de escape de uno mismo, miedos y de la incapacidad de amarse. Por lo que mediante el alcohol se busca, inconscientemente, evadir esa realidad que se considera inaceptable, simulando con ese estado de inconciencia alcanzado con la “bebida espirituosa”, el contacto con lo divino. Podremos encontrar también la presencia de conflictos de separación del padre por lo que se busca llegar a él por la bebida “que se sube a la cabeza” o como un modo de expresar aquello que se ha callado ante la familia.

El consumo de Marihuana (Cannabis Sativa), corresponde a la principal droga ilícita de inicio y la más consumida. Simboliza a la figura materna. Esta “María” (como también se le llama) sale de la “madre tierra” y se consume de forma natural. La marihuana contiene cannabinoides y es importante saber que el útero segrega un cannabinoide denominado Anandamina y si esta sustancia no está presente se ocasionará una pérdida del embarazo, en consecuencia “estamos vivos gracias al cannabinoide”. Vemos entonces el sentido de su consumo durante el periodo de adolescencia, ya que esta fase representa un segundo nacimiento y el joven se pregunta: “¿Para qué voy a nacer? Mejor me quedo en el útero”, y consumiendo esta droga busca sentirse seguro, reconocido, protegido y acogido. Tal como debería ocurrir en el vientre materno.

Las personas que consumen marihuana tratan de manejar conflictos de separación, su identidad y posición frente a la misma. Se buscan a sí mismos y sienten que no saben a qué vinieron a este mundo.

En el caso de la dependencia a los tranquilizantes, ésta tiene el sentido de mantenernos adormecidos y alejados de las emociones ya que “dormido no siento miedo, rabia ni tristeza”. En este caso la persona se resiste a tomar sus propias responsabilidades, a crecer de una vez. Se inclina por el conformismo dejando de lado sus metas, sueños, anhelos e incluso necesidades, antes que enfrentar sus miedos.

Querido lector, en la próxima entrega seguiremos contándote, desde la perspectiva de la Biodesprogramación, sobre el sentido de las adicciones.

Este artículo tiene fines informativos. No debe ser considerado como forma de diagnóstico, prescripción o tratamiento médico o psicológico. Si es de su interés el tema aquí tratado debe antes consultar con el personal calificado.

Rafael EN BIO

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