Por otra parte, la convocatoria está fuera de tiempo; ha debido suceder años atrás, cuando el difunto, en vez de apertrecharse con el poder omnímodo que conquistó se lo permitía; siendo Canciller el actual presidente. Pero, optó por concederle a la República Federativa de Guyana el usufructo de ese territorio. Lo cual hicieron a su antojo.

Hoy día esa franja está poblada por ciudadanos que prefieren la ciudadanía guyanesa, están establecidos bajo un esquema de vida y costumbres de ese país.

No pasó mucho tiempo, para que Nicolás Maduro, siendo presidente, hiciera mutis con el tema. No hubo Fuerzas Armadas que lo alertaran y lo motivaran a tomar posesión del terreno en disputa. De allí que los venezolanos nos preguntamos: ¿Por qué ahora?

Para nadie es un secreto que, desde que comenzaron con la algarabía de la recuperación del Esequibo, se instaló en la mente del venezolano el fantasma de la trampa. ¿Qué se traen con esto? preguntaban muchos.

Ahora, cual desquiciado que no consigue el rumbo de su vida, comenzaron a inventar mecanismos para reforzar la motivación de su gente. Ya han dejado el falso nacionalismo, el patrioterismo no les resultó. Apelan al uso y abuso del poder; incluso llegaron a la raya de la esquizofrenia.

Cuando obligan a los Directores de planteles educativos a realizar simulacros con los alumnos de todos los niveles de la educación; no es para que los niños voten; no, es para que los niños lleven el mensaje a sus hogares, con la pretendida intención de enganchar a sus padres.

Y cuando ordenan un operativo de cedulación nacional, sólo para adultos, no es para que los venezolanos obtengan su cedula de identidad, no; es para provocar la sensación de movilización masiva en todo el territorio nacional, buscando el impacto motivacional. Toda una estrategia comunicacional.

Si a todo este ardid le sumamos los resultados del 22 de octubre, la resolución de la Corte Penal Internacional, el contenido del acuerdo en Barbados, el silencio del recién simulacro electoral; y el espeluznante silencio de las encuestadoras serias del país, sobre el tema. Entonces, no hay otra conclusión que no sea un estado de desesperación en el seno del gobierno y del partido oficialista, que bien podría culminar con una implosión interna.

Rafael González

rafagonrg@gmail.com