La persona autoritaria, seguramente vivió conflictos en lo que no tuvo más remedio o no supo sino ceder ante una autoridad que, sin juzgar si era buena o mala, seguramente no comprendía. Entonces, aunque pareciera contradictorio, la persona autoritaria se encuentra fuertemente en reacción, consciente o inconscientemente, frente a la autoridad bajo la forma que sea. De allí que llega a creer firmemente que siendo autoritario es el único medio de hacerse comprender ya que internamente siente: “Así es como funcionan las cosas, no puedo hacer nada, se debe obedecer”. Por tanto al no poder resolver la autoridad que tiene para consigo mismo, termina proyectándola hacia los demás, hacia el exterior.

De las peores cosas que les puede pasar a una persona autoritaria es tener que doblegarse o ponerse de rodillas ante alguien más grande que él y tienen la idea de no ser detenidos por nadie ni nada, salvo por aquellas que tocan directamente su corazón herido, por lo que realmente son personas que tienen mucha necesidad de amor. Y en este orden también se podrán manifestar las dolencias de orden físico. Por ejemplo, vamos a encontrar que las personas autoritarias pueden sufrir de Bruxismo (rechinar de dientes) o problemas en las rodillas.

Es importante indicar que las heridas que deja el autoritarismo curan muy lento, dejan cicatrices profundas y pueden condicionar aspectos importantes de la vida. Incluso se pueden estar repitiendo patrones de un padre o una madre autoritaria o de algún otro familiar. También pudiéramos estar reparando la excesiva sumisión de un ancestro, para lo que es importante mirar el árbol genealógico y buscar historias de este tipo.

Si no se abre el corazón, la vida se encargará de hacerlo. Si has hecho conciencia de que eres una persona autoritaria, además de comenzar a solucionar esos problemas de rodillas y de bruxismo, comienza a deshacerte de la ira. Busca en tu árbol genealógico situaciones en la que se vivió sumisión extrema ante figuras de autoridad y comienza a cambiar ese modelo mental de “Exijo a los demás tanto como me exijo a mí mismo” por el de “libero a los demás tanto como me libero a mí mismo”.

Este artículo tiene fines informativos. No debe ser considerado como forma de diagnóstico, prescripción o tratamiento médico. Si es de su interés el tema aquí tratado debe antes consultar con el personal calificado.

Rafael EN BIO

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